Durante los años de 1825 a 1842 el Soconusco, como zona fronteriza en disputa, vivió una impuesta «neutralidad». Su vida cotidiana, determinada por el conflicto sobre la pertenencia política a México o a Centroamérica, obligó a su población a vivir bajo la constante amenaza de ser invadido por una u otra de las dos naciones.
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